5 - Asuntos relativos a la cocina


Camargo Rain, autor de este y otros trabajos (algunos larguísimos), a los dieciocho años comía piedras, y a los veinticinco hacía arroz como si fuera para el perro: lo echaba en una cazuela y revolvía. Luego, con el paso del tiempo, un día se dijo, ¿y si hago un cocido?, y fue de esta forma que descubrió que cocidos hay muchos: olla de trigo, cocido de cura, puchero visigodo, potaje marciano, fabada monumental...
Este libro ha sido escrito para quienes comen con los ojos, que es una manera muy sana de hacerlo, y para quienes lo hacen con los pies (deseando que dejen de hacerlo), que son abundantes; para quienes tienen hambre -que también puede ser de lectura-, y para quienes, de improviso, necesitan un dato olvidado. En este libro, por supuesto, no vienen todos los datos, y mucho menos los modernos, pero sí algunos: los que a quien lo escribió, entre sesión y sesión, le parecieron más importantes.



Este es el libro de cocina que he recopilado
después de treinta años de experimentación.


En sus páginas se tratan 
los asuntos que componen el índice,
a saber,

1 - Introducción y fundamentos
2 - El origen de la vida
3 - Principios y finales
4 - El correr de la evolución
5 - Los cocidos
6 - Fantasías


pero también se dice,

1 / En general, aunque no nos demos cuenta ni pensemos en ello, no comemos más que preparados industriales, porquerías sintéticas e hibridaciones contra natura.

2 / No es tan importante saber cocinar como conocer cuáles son las mejores materias primas, y la forma de conseguirlas, que no es fácil.

3 / Hasta los treinta años tenemos la cara que Dios nos ha dado, y a partir de ese momento la que nos merecemos.

4 / Y aún se podría añadir: ¿no es cierto que todos llevamos pintado en el cuerpo cuanto hemos comido a lo largo de la existencia?


Editado como libro de bolsillo, se puede conseguir en,

La culinaria insensata libro de bolsillo

y como cuadernillo de letra más grande
y más apropiado para la cocina, en




La culinaria insensata cuadernillo


Algunas de estas recetas podéis encontrarlas en

Lugar dedicado a los cocidos

pero para los estudiosos copio a continuación
una página que lleva por título, 
ZARZUELA DE PESCADO.

 


Zarzuela de pescado
Hay que conseguir bastante pescado, puesto que este guiso no lleva arroz ni patatas ni nada que rellene; es todo pescado. Una mezcla de ellos puede ser: merluza (o pescadilla), rape (cabeza y un trozo, o uno pequeño), congrio de la parte abierta, algún salmonete, etc. (con lo que se quiere decir un cuco, o un cabracho, si uno está de humor para desespinarle, o algo de palangre...; en todo caso, pescado bueno, nada de congelados); bastantes calamares y mejillones, amén de algo de marisco, unos langostinos, o gambas, almejas, etc. El pulpo le va perfectamente a este plato, pero hay que cocerlo aparte pues tarda en hacerse bastante más tiempo que el resto.
El pescado propiamente dicho (pescadilla, rape, etc.; los salmonetes y peces similares, no) se cuece un poco para limpiarlo y hacer caldo; los mejillones, también. Todo el caldo se cuela y se guarda, y el pescado (y los mejillones) se limpia y se desecha lo sobrante, espinas, cabezas, cáscaras, etc. El pulpo, una vez cocido, se trocea.
Se confecciona asimismo un aliño universal español con bastantes almendras en el frito. Se machaca en el mortero y se reserva.

(Ahora viene lo bueno).

En una saltera se fríe una cebolla y varios ajos, todo más o menos picado, un pimiento y una hoja de laurel, y cuando esté hecho se añade bastante tomate pelado y en trozos; también se puede añadir algo de perejil picado. (Esta forma de empezar es la misma que para una paella de pescado). Se deja que se haga una especie de pisto, conseguido lo cual se rehogan en él los calamares troceados y limpios durante diez minutos. Luego se añade vino blanco, el aliño y el caldo que tenemos preparado, el pulpo troceado, el marisco (gambas o lo que sea), los salmonetes troceados (si los usamos) sin espina ni cabeza –es decir, sólo la carne–, y todo cuanto haya crudo. Se deja que aquello hierva y pierda bastante agua (no del todo), y cuando parezca que está (se hace en seguida, en cinco minutos, y si se tiene mucho tiempo se pone estropajoso) se añade el pescado que tengamos ya cocido y los mejillones. Se revuelve, se le da una vuelta y se deja otros cinco minutos. Se puede adornar con rodajas de pan frito incrustadas con gracia en el resultado final.
Los restos (si sobra caldo, por ejemplo, o trozos de pescado) se pueden usar para hacer una sopa o un arroz con pescado.





Fabada atómica

Reloj elástico
 
 
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